Hace 60 años, en 1957 Giovanni Sartori publicó bajo el sello de Il Mulino, “Democrazia e definizioni”, que puede considerarse el primer esbozo de su teoría de la democracia, y que publicaría años después en inglés (Democratic Theory, 1962) y que todos conocemos sobre todo en su segunda revisión como Democratic Theory Revisited (1987). Sólo los más avanzados de edad recordarán que en español se publicó -la traducción de la primera edición de 1962- bajo el nombre de “Aspectos de la Democracia” por la editorial Limusa. Quizá su poca difusión se debió a que en esos años, los 60, la discusión en el mundo occidental y sobre todo entre los intelectuales latinoamericanos, la pregunta no era «¿como transitar a la democracia?», sino -en palabras de otro politólogo italiano influyente, Umberto Cerroni- «¿como transitar al socialismo?». En lo personal la obra que más influyó en mi formación profesional, gracias a mis profesores de la UNAM, fue “La política. Lógica y método en las ciencias sociales” (1979), un libro que en realidad fueron las notas que él escribió para sus alumnos en sus primeros cursos sobre ciencia política en la Facultad de Ciencias Políticas «Cesare Alfieri» de la Universidad de Florencia, y del cual hace algunos años tuve la oportunidad de fotocopiar el escrito a máquina que él mismo elaboró. Pero creo que la obra que más influyó al decidirme por la especialización en política comparada (y a la postre mi tozudez –concepto que conocí por él (véase su autobiografía en el libro de Hans Daadler)- por irme a estudiar a Florencia) fue el libro “La comparación en las ciencias sociales”. Esa pequeña compilación, que no fue más que la reedición de los primeros artículos publicados en el primer número de la Rivista Italiana di Scienza Politica, es la viva muestra del poder de la seria formación metodológica que Sartori imprimió en sus (buenos) alumnos: Gianfranco Pasquino, Leonardo Morlino, Stefano Bartolini, Angelo Panebianco, entre otros.
A Sartori le gustaba polemizar, y hay que recalcarlo. Una vez que se había hecho de un nombre, una vez que ya era famoso (como él mismo lo decía), se podía permitir generar polémica. Así lo hizo durante varios años que escribió en Il corriere della sera; de su mente salieron los términos Mattarellum y Porcellum que se refieren a los mecanismos derivados de las reformas electorales en Italia de los años 90 a la fecha, y que han signado prácticamente la Segunda República Italiana. Pero en las ciencias sociales también sabía que sus argumentos podían generar polémica, no tanto porque creyera a pie juntillas en su autoridad académica (aunque en parte sí, al hablar en público lo hacía con la autoridad que le daban ya sus aportaciones a las ciencias sociales y a la teoría de la democracia), sino que sabía bien que sus argumentos daban pauta para generar discusión, para abrir los ojos, para “ver más allá de lo evidente”. Así lo hizo con “La Tierra explota” (2003), en la cual acusa a la iglesia (y en específico la campaña antiabortista y contra los anticonceptivos de Karol Wojtyla) de ser una de las impulsoras de la sobrepoblación en el mundo sobre todo en los países pobres. También en su polémico libro y no bien apreciado aún “La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros” (2001), que a diferencia de los argumentos polémicos (para algunos racistas) de Samuel Huntington (2004) sobre los problemas que acarrea hoy lo políticamente correcto, como aceptar acríticamente los “derechos de las minorías”, Sartori se cuestiona sobre las compatibilidades culturales, apela a los valores del pluralismo propios de la sociedades democráticas, antes que a la lógica de la diferenciación, que desde su punto de vista a la larga socavan los principios, los valores y el poder de las democracias. Otra obra polémica fue “Homo videns. La sociedad teledirigida” (1997), Sartori no veía aún los efectos y el poder de la internet, en esos años apenas en pañales, de allí que su foco de crítica fuera la televisión. Sartori argumentó que el Homo sapiens estaba siendo sustituido por el Homo videns, no pensante, acrítico, manipulable, etc. Suponía que la televisión tenía un poder tal que podía manipular la información.
A 20 años de su publicación el mundo ha cambiado, pero en parte la razón le continúa asistiendo: no apareció el homo videns, pero sí algo similar, la internet ha modificado la forma de ver el mundo, con ventajas y desventajas, una de ellas es la falta de atención que los ciudadanos ponen a los asuntos de la vida política, pues se dejan guiar por la primera impresión de lo que aparece en la red, y más que nada, ya no hay tiempo para la asumir una postura razonada y bien pensada, las redes sociales exigen una inmediatez absurda que reduce las posturas políticas a lo políticamente correcto so pena de ser linchado mediáticamente. También hay que decir, que en contra de lo que muchos repiten, Giovanni Sartori nunca decretó la muerte de la ciencia política ni nada por el estilo. Sus malos lectores, apresurados por llamar la atención ante un público poco atento, han propagado esta idea. Su artículo Where Is Political Science Going? (2004), critica a una corriente de la ciencia política estadounidense, pero simplemente eso. Y si nos atenemos a que Sartori le gustaba hacer polémica, quizá por ello nunca respondió a las malas lecturas de su artículo. Tuve la oportunidad de preguntárselo personalmente en un evento en Nápoles en 2009, y con sarcasmo me dijo que no creyera todo lo que decían. No es este el espacio para escribir a profundidad respecto de su legado intelectual que bien puede dar para varios libros enteros, pero me remito a señalar al menos cuatro grandes contribuciones a las ciencias sociales en general, a la ciencia política en lo particular, y más importante, al mundo de la política contemporánea:
Primero. El pensar bien, metodológicamente hablando. Sartori escribió varios textos sobre la construcción de conceptos («Guidelines for Concept Analysis», 1984), la malformación de los mismos («Concept Misformation in Comparative Politics», 1970), y el estiramiento conceptual («The Tower of Babel», 1975). Casi todos en inglés, publicados en los años 70 y apenas publicados en español en 2011 (véase el excelente trabajo de Collier y Gerring, 2009). En un mundo dónde las palabras las más de las veces pierden su anclaje semántico, como sucede hoy con los términos populismo, autoritarismo y democracia, Sartori siempre apeló a que siendo la política un ámbito que involucra a todos, los politólogos se deben distinguir precisamente por el uso correcto y limpio de las palabras, de los conceptos, de las ideas y de las teorías, ya que son sus herramientas de trabajo. Un politólogo se distingue precisamente por evitar caer en el simplismo de la opinión, y en razonar sus ideas fundando sus afirmaciones en evidencia empírica pero sobre todo orientado por las buenas teorías y los conceptos bien formados.
Segundo. La ciencia política es una ciencia aplicada. La mayoría de los politólogos cultivamos la ciencia política básica. Es decir, estudiamos física teórica porque no podemos incidir en el movimiento de los átomos ni en su estructura. A menos que tengamos el dinero y el equipo adecuado para hacerlo. Algo parecido sucede con la ciencia política, con el problema que quien se involucra demasiado se convierte en político. Pero Sartori era consciente de que el conocimiento politológico, además de tener un valor per se (los hombres se van, las ideas permanecen), se podía aplicar. Y ese fue precisamente el objetivo de Ingeniería constitucional comparada (1994). Muestra que las constituciones son principalmente productos de la política (en el parlamento o fuera de éste), y como tal, están orientadas a incidir esencialmente en la distribución del poder, y que la construcción de instituciones (presidencialismo, parlamentarismo, semipresidencialismo), su modificación y su uso, puede tener mejores resultados si a partir de un cuidadoso análisis comparado de otras experiencias, sabemos cuáles son los mecanismos (los sistemas electorales como sistemas de incentivos y castigos) que se deben cambiar en un sistema político para mejorar la democracia. Los politólogos saben que sucede si se modifican las reglas electorales, pueden prever sus efectos, también saben que toda transformación no es simplemente una concesión de las élites políticas, y que éstas modifican las reglas buscando un beneficio.
Tercero. Sartori creó una verdadera y propia teoría de los sistemas de partidos, y de los efectos de los sistemas electorales sobre los sistemas de partidos y visceversa, en Parties and Party System. A Framework for Analysis (1976). Para Sartori los sistemas de partidos no se pueden entender solo contando cuantos partidos existen en un sistema político, sino cómo interactúan: contar los partidos que cuentan. De allí que su clasificación sea muy poderosa, desde los sistemas de partido único, al hegemónico, hasta los de pluralismo extremo, lo que importa además del número es la competencia y la polaridad ideológica. Para Sartori los partidos son necesarios, más aún, indispensables para la democracia, pues no existe ni ha existido una democracia (moderna) que pueda prescindir de éstos sin que genere más riesgos. Podríamos crear nuevas formas de intermediación, pero en las democracias contemporáneas, siempre serán necesarios mecanismos partidistas. La desaparición de éstos, su descrédito, su anulación, abre la puerta a los regímenes no democráticos, y consecuentemente a la pérdida de la libertad y los derechos. Su obra se tradujo evidentemente al español hasta 1999! y en otras numerables lenguas. Paradójicamente nunca se tradujo a su lengua materna, el italiano, quizá por la preocupación que sus traductores no dijeran lo que el quizo decir, recordando el viejo dicho italiano Traduttore, traditore!. Pero tampoco por él mismo, por el trabajo que ello implicaba. Empero, legó a los italianos una síntesis de su teoría y una aplicación al caso italiano precisamente en Teoria dei Partiti e caso italiano (1982). Se sabe por sus alumnos más allegados, que Sartori escribió una segunda parte de Parties and Party…, pero el manuscrito se perdió cuando lo olvidó en un taxi. Sartori ya nunca volvería a meter mano al tema con profundidad.
Finalmente, su Teoría de la Democracia, expuesta en varios textos, que como dije, inició su argumentación en 1957 con Democracia e definizioni hasta su síntesis en La democracia en treinta lecciones (2008). Para Sartori, había que distinguir entre la democracia como forma de gobierno y como ideal. Como régimen, que se contrapone a los regímenes no democráticos y por lo tanto no liberales, y que ésta esencialmente era un juego de élites (como Schumpeter señaló en 1942), pero que están constreñidas por el estado de derecho democrático y a respetar los derechos de los individuos, esencialmente las libertades en toda su extensión. Para Sartori a democracia estaba en riesgo al menos por dos factores: por su generosidad, porque es un régimen abierto, que se orienta al extremo de la libertad que puede ir en su detrimento. Pero sobre todo porque los ciudadanos que viven en ellas no la valoran, creen que las conquistas democráticas son de una vez y para siempre. No, la democracia es un work in progress, es una forma de vida, que debe interiorizarse, defenderse y acrecentarse. El riesgo de la democracia es la masa acrítica, iletrada y orientada a los valores fútiles del dinero, a la mediocridad, a la medianía, el ciudadano desinteresado, apolítico, es el peor enemigo de la democracia, porque es manipulable y fácilmente presa de los demagogos.
Con la muerte de Giovanni Sartori, se cierra la ciencia política del Siglo XX, y se abre la difícil tarea de pensar la política del siglo XXI.
Me gusto tu síntesis. Creo que es muy útil para los estudiantes de Ciencia Política. Les puede servir de introducción al pensamiento de Sartori. Saludos.
IA