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El desafío populista a las democracias latinoamericanas

Fernando Barrientos

¿Son los países de América Latina propensos al populismo? ¿Todos los populismos son iguales? ¿De qué manera afectan los populismos a las democracias?

El populismo contemporáneo aparece en América Latina en un contexto caracterizado por algunas disonancias como la aceptación de las elecciones como la única vía legítima de acceso al poder, pero al mismo tiempo, y de acuerdo con el Latinobarómetro (1995-2018) una creciente desconfianza hacia los partidos y una permanente percepción de fraude en las elecciones. Igualmente existe una mayor aceptación de la democracia con relación al autoritarismo, pero al mismo tiempo una creciente insatisfacción con sus resultados y mayor polarización. El populismo puede definir una manera de hacer política, a un régimen, a un gobierno, o simplemente actitudes. Como fenómeno político es temido, condenado y criticado, y difícilmente los políticos se asumen como populistas, salvo algunas excepciones como sucedió con Barack Obama en 2016 cuando se autodefinió como populista.

Estudiar al populismo implica tratar de superar algunos problemas epistemológicos y metodológicos. El mismo objeto de estudio presenta varios dilemas, primero, la relación crítica que se guarde frente al mismo, hay posiciones analíticas que ponen al populismo como un fenómeno democrático y hay otras que lo ponen como antidemocrático. Una u otra posición generan ciertos sesgos en la selección de variables y la interpretación. Desde la metodología, las estrategias también presentan problemas, es posible identificar los resultados cuantitativos del populismo, pero éstos pueden ser similares en contextos no populistas, por lo cual la variable explicativa tiende a debilitarse. Por otro lado, si bien las estrategias conceptuales y cualitativas pueden asegurar cierto control sobre las explicaciones, generan por un lado novismo, es decir, la tendencia a re-conceptualizar fenómenos que ya lo han sido orientados por la falsa idea de que el fenómeno en su versión contemporánea es diferente o que al menos requiere reelaborarse para adecuarse. Por otro, se identifican variables que tienden a estar sesgadas por los liderazgos populistas y no por los contextos y estructuras en las que se desenvuelve. Otro problema deriva propiamente de la atención académica que el fenómeno populista tiende a generar. La bibliografía (libros y artículos académicos, y no solamente) tiende a aumentar creando una verdadera Torre de babel en torno al populismo, haciendo casi imposible un diálogo que permita su comprensión.

En este sentido, este artículo tiene tres objetivos, primero, ofrecer una panorámica histórica de los populismos en América Latina identificándolos a partir de una conceptualización no densa y ya probada, segundo, periodizar las olas de populismo en la región tratando de ubicar las variables que lo hacen surgir, pero observando también su duración, y tercero, diferenciar taxonómicamente al populismo a partir de sus características, el contexto y sus resultados.

De esta manera se trata de ofrecer un análisis sintético, didáctico en la medida de lo posible, de un fenómeno que acapara constantemente la atención académica y de la opinión pública, y que genera una serie de confusiones para quienes por primera vez se acercan al mismo.

La constante aparición de gobernantes populistas en América Latina convierte a esta región en una especie de laboratorio político. Es un hecho que el populismo no fue inventado ni es exclusivo de Latinoamérica, pero visto históricamente es posible identificar algunas variables continuas que permiten caracterizarlo, primero, y a pesar de su dificultad, conceptualmente, y segundo, ubicarlo empíricamente.

¿Qué es exactamente el populismo?


Hace algunas décadas Isahia Berlín señaló que el populismo es como el “zapato de Cenicienta”, existe una idea de lo que es, pero es difícil encontrarlo, porque padece de una inexactitud terminológica crónica, pues las experiencias reales pueden diferir ampliamente entre sí. Empero, hay algunos elementos que nos permiten reconocerlo. Tiende a aparecer en contextos de crisis y transformaciones político-sociales; es ambiguo per se, puede ser antiliberal y antisocialista, puede enarbolar un discurso anti-político y ser profundamente político, e igualmente abrazar la democracia y ser autoritario, al mismo tiempo. Kennet M. Roberts (1995) identificó cinco rasgos que permiten ubicarlo: primero, un patrón de liderazgo político personalista y paternalista, no siempre carismático; segundo, una coalición política heterogénea, concentrada en sectores sublaternos de la sociedad; tercero, un proceso de movilización política de arriba hacia abajo que pasa por alto los mecanismos institucionalizados de mediación; cuarto, una ideología amorfa, antielitista y anti establishment, y finalmente, un proyecto económico que utiliza métodos redistributivos o clientelistas ampliamente difundidos con el fin de crear una base material para el apoyo popular.

¿Cuáles son las experiencias populistas en América Latina?


En la región latinoamericana abundan las experiencias populistas. En la primera mitad del siglo XX están los populismos clásicos de Lázaro Cárdenas en México, de Getulio Vargas en Brasil, y de Juan Domingo Perón en Argentina. Luego, durante la segunda mitad del siglo XX aparecen los populismos de fuertes tendencias nacional-populares, como Víctor Paz Estenssoro en Bolivia, Carlos Ibáñez en Chile, Velasco Ibarra en Ecuador, Echeverría Álvarez en México, mientras que en Perú se presentaron los casos de Belaúnde Terry, Velasco Alvarado y de manera muy tardía, Alan García. Otros líderes populistas, que si bien nunca fueron presidentes, si influyeron de manera decisiva en su país, como Haya de la Torre en Perú, Eliécer Gaitán en Colombia, y Cuauhtémoc Cárdenas en México. Para los años noventa del siglo XX, se presenta un tipo de neo-populismo de corte neoliberal, entre los que se encuentran los gobiernos de Carlos S. Menem en Argentina, Collor de Mello en Brasil, Carlos Salinas en México, Alberto Fujimori, en sus inicios, en Perú, y Jorge Battle en Uruguay. Pero el Siglo XXI verá aparecer un nuevo populismo, esta vez anti-neoliberal y muchas veces antidemocrático liberal, precisamente como respuesta al periodo anterior. Entre estos están Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, y Daniel Ortega en Nicaragua. A estos casos se han sumado en los últimos años Andrés Manuel López Obrador en México, y Nayib Bukele en El Salvador.

Ahora bien, no todos los gobiernos populares son populistas. En determinados momentos a Lula da Silva, así como a Dilma Roussef en Brasil se les calificó de populistas, pero difícilmente entran en esta clasificación, si bien pudieron tener comportamientos populistas, no fue la característica de todo su gobierno. Lo mismo aplica para los gobiernos de José Mújica en Uruguay, y de Michelle Bachelet en Chile, por cierto, el único país de América Latina que ha estado exento de la presencia de gobiernos populistas.

Los populismos también pueden fracasar, sea por factores exógenos o endógenos. Así sucedió con Abdalá Bucaram en Ecuador quien fue destituido pocos meses después de aumir la presidencia por el Congreso alegando incapacidad mental, Manuel Celaya en Honduras que fue depuesto por medio de un Golpe de Estado; y quizás también los casos de Fernando Lugo en Paraguay, y el de Ollanta Humala en Perú, en ambos casos en poco tiempo perdieron legitimidad y terminaron con gobiernos en crisis, y al final y sustituidos por medio de elecciones.

¿Cuándo debemos preocuparnos por la aparición de los populismos?


Los populismos del siglo XXI se caracterizan por aparecer en tiempos de crisis de la democracia, en contextos de debilidad de los sistemas de partidos, por lo cual crean sus propios partidos-movimiento como vehículos de movilización. Ascienden por la vía electoral pero ponen en crisis a las instituciones electorales. Usan de manera intensiva los mecanismos de democracia directa pero cuestionan los resultados de la democracia representativa cuando no les favorecen. Por ejemplo, Chávez y Morales activaron cinco veces los referéndums, y Correa cuatro, mientras que López Obrador activó cuatro consultas fuera de la ley para justificar decisiones ya tomadas, y una sola consulta legal para una pregunta ambigua sobre el actuar de las autoridades. La eficiencia de las políticas populistas a la larga no es muy clara, salvo contadas excepciones, pues tienden a profundizar problemas pre-existentes y que fueron catalizadores de su ascenso, por ejemplo, los indicadores muestran que bajo los populismos aumenta la corrupción y disminuye la eficiencia del Estado de Derecho.

Los populismos del siglo XXI usan intensivamente los medios de comunicación y principalmente las nuevas redes sociales para comunicarse “directamente con el pueblo”, pero al mismo tiempo para denostar a los poderes de control horizontal. Lo más preocupante, están muy cerca de las fuerzas armadas, sea porque son parte de su coalición gobernante como en Venezuela y Nicaragua, o porque las usan para sus “fines sociales”, como en Bolivia y México. Pueden transformarse en regímenes autoritarios como sucedió en Venezuela a la muerte de Hugo Chávez y es lo que está sucediendo en Nicaragua con Daniel Ortega, y en El Salvador con Nayib Bukele, mientras que en México bajo el gobierno de López Obrador, hay fuertes deslizamientos autoritarios que todavía han sido contenidos por las instituciones de control horiontal, pero es importante estar atentos. Las consecuencias del populismo dependen del contexto, si las instituciones de los Estados son fuertes y la democracia está ampliamente aceptada, el populismo puede reconfigurarlos pero sin degradarlos, pero si las capacidades institucionales del Estado son débiles, y la democracia no está fuertemente arraigada pueden derivar en regímenes autoritarios.

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La Lealtad ciega, la Obediencia debida, y el Cumplimiento del deber: mecanismos autoritarios

Cuando Hannah Arendt viajó a Jerusalem como «reportera» del New Yorker en 1960 para presenciar el juicio a Adolf Eichman, le soprendieron varias cosas: primero, el caso en sí, observar de manera directa y por primera vez el juicio a un ex-líder nazi, segundo, el galimatías que llevó a cabo el recién creado Estado de Israel, la justicia judía y el primer ministro Ben-Gurión para enjuiciar de manera ilegal a dicho personaje, pues había sido secuestrado en Argentina y trasladado a Israel bajo una operación de «película» (Operación final), pero sobre todo, la ligereza con la cual Adolf Eichmann aceptaba que había participado en los crímenes contra el pueblo judío. Eichman una y otra vez repetía que él no había cometido ningún crimen, que solo había seguido órdenes. Cuando se publicaron sus primeros textos en el New Yorker en 1963, Arendt fue atacada porqué develó una realidad que no se había (ha) querido aceptar: que algunos líderes judíos «cooperaron» con el exterminio nazi. La polémica obnubiló ese descubrimiento que hoy nos permite poner sobre la balanza los peligros de los regímenes autoritarios y totalitarios: que hay gente insignificante que puede ser partícipe de los más horrendos actos en contra de la humanidad y sentir que, no obstante la gravedad del asunto, está participando en la construcción de un ideal superior. Y mas aún, negar su propia individualidad, negar su criterio, abandonar su libertad de razonar, porque simplemente siguió órdenes. Arendt (Eichman en Jerusalem, un estudio sobre la banalidad del mal) señala que durante el juicio, Eichman señalaba que así eran las cosas, que era imposible negarse a cumplir su deber, y que no solo obedecía órdenes, sino que también cumplía la ley. Pero Arendt señala una cuestión perversa: Eichman invocó sesgadamente a Immanuel Kant para justificar su obediencia. Que había dejado ser dueño de sus propios actos para sustituirlos por los actos del legislador, pero en realidad lo que estaba diciendo era que seguía el imperativo categórico del Tercer Reich de Hans Frank: «Compórtate de tal manera que, si el Führer te viera aprobara tus actos«. A esta capacidad de ciertas personas a seguir racional y conscientemente órdenes para cometer el mal y no cuestionarse sobre ello, abandonar la razón y la ética por un proyecto político, es lo que Arendt denominó la «terrible banalidad del mal«.

En 1987 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en Argentina se aprobó la Ley de Obediencia Debida, que en pocas palabras, excusaba a todos aquellos militares, que hubieran cometido delitos seguiendo órdenes de sus superiores durante el periodo de la dictadura militar (1976-1983). Un año antes, también se había promulgado también la Ley de Punto Final para establecer la prescripción de los actos criminales durante dicho periodo. Lo que interesa resaltar, es que la Obediencia Debida, así como el «simple cumplimiento» de la Ley en el caso de Eichmann y los nazis, tienen en común la perversa lógica de la Lealtad Ciega que los regímenes autoritarios exigen a sus subordinados, subalternos, seguidores o simpatizantes al proyecto político. Su peligrosidad radica en lo que precisamente encontró Arendt: las masas atomizadas pueden cometer los peores actos cuando se entregan ciegamente a la causa, y no importa que tan equivocado sea el proyecto, pues los líderes autoritarios siempre utilizan la artimaña de la simplificación, y como decía Alexis de Tocqueville “Una idea falsa, pero clara y precisa, tendrá mayor poder en el mundo que una idea verdadera pero compleja”.

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Cuando Giovanni Sartori «criticó» a Hannah Arendt

Extracto de una carta de Mary McCarthy a Hannah Arendt

23 de junio de 1958

Piazza de`Saltarelli 1, Firenze,

Queridísima Hannah

[…] Conocí a un joven profesor de la Universidad de Florencia que conoce bien tu obra y querría conversar contigo, en parte para decirte que no está de acuerdo contigo y en parte para decirte que te admira. Hablamos mucho de ti el sábado pasado. Uno de los puntos de desacuerdo es que él piensa que totalitarismo no se debería usar como sustantivo (no se refiere a una cuestión de estilo), sino únicamente como adjetivo, «totalitario». Porque, afirma, las opiniones no son coincidentes acerca del significado de esa palabra y cita para respaldar su opinión una antología de trabajos sobre el totalitarismo publicada por Carl Friederich el año pasado, en la que, según él, todos los colaboradores empleaban el mismo sustantivo para hablar de cosas diferentes.

Si vienes, te agradará conocerlo, es brillante y bastante insolente. Ha publicado un libro sobre la democracia […] «

Mary McCarthy fue, por años y hasta su muerte, una de las mejores amigas de Hannah Arendt. Cuando le envió esta carta a Arendt, McCarthy pasaba unos meses en Florencia escribiendo The Stones of Florence, obra que se publicaría un año después, en 1959. Giovanni Sartori había publicado en 1957, apenas un año antes de conocer a McCarthy, Democrazia e definizioni (Bologna, Il Mulino, 1957), en cuyo capítulo tercero «Democrazia, totalitarismo e autocracia», analiza los regímenes no democráticos. En 1956, Carl Friederich había publicado junto a Zbigniew K. Brzezinski la compilación Totalitarian Dictatorship and Autocracy, que es la obra de la cual hablaba y que McCarthy citó.

Sartori había revisado la obra de Arendt, Los Orígenes del Totalitarismo (1951) pero en su obra sobre la democracia solo se limitó a señalar:

«Han sido los llamados a las soluciones dictatoriales que han requerido la atención de los estudiosos sobre esta realidad del demos moderno. Por lo tanto, la literatura referida está principalmente contenida en los estudios sobre los regímenes totalitarios; ó en las investigaciones sobre el sentido de soledad y su correlativo «miedo a la libertad» del hombre de hoy». Hannah Arendt, en Los Orígenes del Totalitarismo, no obstante siendo una obra muy desequilibrada, es representativa del primer tipo de análisis. Aunque la investigación más documentada, no obstante altamente técnica y de complicada lectura es La Personalidad Autoritaria, de T.W. Adorno. (Sartori, 1957: 19, n.)

Sartori no volverá a citar Los orígenes..., pero si citará los subsecuentes artículos de Arendt, sobre todo en Democratic Theory de 1962. Al parecer nunca conoció personalmente a Hannah Arendt. Ni hay respuesta de esa carta.

Encuentro con Gianfranco Pasquino

Gianfranco Pasquino es un politólogo muy conocido en América Latina, como el mismo ha señalado, ello se debe, primero, gracias a la difusión del Diccionario de Política, que coordinó con Nicola Mateucci y Norberto Bobbio, proyecto en el que Pasquino fue el editor en jefe; segundo, por sus libros sobre la oposición, la democracia, y sus textos en manuales de ciencia política. Sobre ello escribí una reseña hace algunos años: La utilidad de la ciencia política (en Remap, 2012) en la cual hago un recuento de sus obras traducidas en español. En este 2022 acaba de ser publicada su autobiografía: Tra scienza e politica. Una autobiografía (Milano, UTET). Como el mismo inicia «¿He sido particularmente importante, famoso, poderoso, influyente? No. Pero creo que he tenido una vida interesante.» Creo que los dos primeros adjetivos si son válidos, de los otros dos se pueden tener variadas opiniones. Importante fue y lo sigue siendo, sobre todo porque Pasquino fue Senador por dos ocasiones, entre 1983-1992 y 1994-1996 por partidos de izquierda, y en 2009 fue candidato a alcalde de Bologna. Famoso, por supuesto, además de sus libros académicos, de opinión y análisis, durante gran parte de su vida ha escrito en diarios como La Repubblicca, L’Unità, Il fatto quotidiano, entre otros. Su presencia en la televisión es continua, sus comentarios y opiniones sobre la política Italiana y Europea son muy seguidos. He escrito una reseña académica sobre su autobiografía que espero pronto pueda ser publicada y poder transcribirla en este espacio, todo dependerá de, primero, si es aceptada, y segundo, de los tiempos editoriales.

En la UNAM. Noviembre de 2017

Conocí a Gianfranco Pasquino en 2004 en Buenos Aires (Bs As), mientras estudiaba el primer año del Master en Relaciones Internacionales Europa América Latina en la sede de la Universidad de Bologna en Argentina. En esos años, el programa académico tenía una alta carga horaria y el primer año se centraba en estudiar la política y la economía de Argentina, América Latina y el Mercosur, y el segundo año, en Bologna, la de Italia, Europa y la Unión Europea. En ese 2004 Pasquino impartió el curso de Sistemas Políticos Comparados, la lectura obligatoria era precisamente su libro que llevaba ese título. Recién traducido a español, y con la ventaja de tener el original en italiano, recuerdo haberle comentado que la traducción no era muy buena, los errores se los hice saber a una persona de la misma Universidad en Bs. As. que tenía la responsabilidad editorial. No sé si se lo hicieron saber al traductor, pero creo que no se corrigió. El problema era que la traducción requería conocimientos de ciencia política, y muchas palabras no eran las adecuadas. Pasquino lo señala en su autobiografía no con agrado, evidentemente. Durante la presentación del libro en septiembre de ese año, le pedí que me autografiara uno para mí, y otros dos que regalé a un amigo y a un profesor a mi regreso a México. En el grupo de ese año éramos más o menos 25 estudiantes, una parte eran de Argentina, pero casi la mitad éramos extranjeros, de México, Colombia, Perú, Francia y por supuesto varios compañeros italianos. Cuando terminaba un curso, que tenían por lo regular una duración de tres a cuatro semanas, teníamos la costumbre de ir a cenar con el profesor. Lo hicimos con todos los que veían de Italia, con excepción de Giorgio Fredi, y creo recordar que nunca sucedió con los profesores argentinos. Durante la cena en un restaurante de la Recoleta, el Profesor Pasquino fue muy amable, gran conversador que dejó notar que era un gran seguidor del futbol italiano. Como yo nunca he sido un gran aficionado del fútbol, sino solo un aficionado, me limité a seguir la charla con atención que tenía con algunos de mis compañeros. Haber tomado un curso con un profesor que leí desde la licenciatura y que ya consideraba un «clásico contemporáneo», fue una experiencia realmente enriquecedora. Su curso me abrió los ojos para comprender el funcionamiento de la política, sobre todo la parlamentaria. Noté su preferencia sobre el Semi-presidencialismo, sobre todo por el ballotage tipo francés que sea aplica en distritos uninominales, cosa que confirmé al leer su autobiografía en la que recuerda que como Senador propuso una iniciativa de ley para implementarla en Italia.

Ya en Bologna, Italia, durante el 2005 tuve poco contacto con él, salvo dos o tres veces que lo encontré durante algunas de las conferencias que se desarrollaban en la SAIS de la Johns Hopkins University Bologna Center. Para obtener el título de Master debía titularme con una tesis. Inicialmente tuve como tutor al Profesor Roberto Cartocci, un experto en cultura política que también fue mi profesor en Buenos Aires; ya en Bologna, me introdujo en la obra de Stein Rokkan, regresé a México en diciembre de 2005 y de este trabajo nunca terminé una tesis, pero si publiqué, como artículo, mis apuntes a manera de introducción a la obra de Rokkan.

En el 2007 inicié mis estudios de Doctorado en Florencia, el Director del Programa, Leonardo Morlino se empeñó en crear un programa que tuviera a los mejores politólogos de Italia y en la medida de lo posible, de Europa, y así lo fué. El profesor Gianfranco Pasquino ofreció cursos magistrales, en 2008 sobre los Clásicos de la Ciencia Política, y en 2009 sobre Elecciones y comportamiento político. Inicialmente me propusieron como director de tesis de Doctorado a un profesor ampliamente conocido en Italia por sus trabajos sobre elecciones y sistemas electorales, mi proyecto trataba de analizar el rol de los organismos electorales en la confianza en las elecciones. Cuando lo expuse, mi sorpresa fue que nadie en Italia -luego también lo supe en España y Alemania- tenía conocimiento del poder que tienen los organismos electorales en América Latina, o al menos no le daban la importancia que en la región se les ha dado. Por lo que mi primer director de tesis me trató de convencer de analizar otra cosa, el sistema político europeo, u otros temas. Morlino, que conoce bien la región Latinoamericana, defendió mi proyecto, y palabras más palabras menos señaló que «en América Latina los organismos electorales son grandes organizaciones, con grandes edificios, a los que se les confía el conteo de los votos. Las sociedades latinoamericanas son muy desconfiadas y tienen razones para ello». Por lo que me propuso cambiar de director, y me dijo que buscara a Pasquino, quien sin dudarlo aceptó dirigirme la tesis. Las reuniones de seguimiento fueron breves pero muy productivas, Pasquino me introdujo a la obra de Harry Eckstein, y me dio una visión profunda de la obra de David Easton, de George Tsebelis y por supuesto de Norberto Bobbio. En la primera defensa del proyecto, una especie de Examen de Candidatura, recuerdo que defendió firmemente mi proyecto al igual que Morlino. Un miembro del jurado consideraba que tenía muchos casos, muchas variables, y poco tiempo, Pasquino se dirigió a mi y dijo, «tu proyecto es ambicioso, pero siempre, siempre intenta volar alto». En los siguientes años la comunicación fue menor pero constante.

En la Piazza Maggiore de Bologna, Italia. Octubre 2008

Tuve la oportunidad de ver al Profesor Pasquino dar una clase pública en la Plaza Mayor de Bologna en octubre de 2008. Era impresionante ver cómo, estábamos sus alumnos a su alrededor, pero poco a poco la gente se iba acercando a escucharlo, y sin darnos cuenta al final éramos quizá 100 personas a su alrededor. Tomé varias fotos de ese día, y luego se las hice llegar por correo. Le gustaron tanto, que una de mis fotos es la portada de su libro Politica è publicado en 2012. En noviembre de 2009 Pasquino organizó dos eventos para conmemorar sus 40 años como profesor en la Universidad de Bologna. El primero fue una conferencia con Giovanni Sartori, en la cuál disertaron sobre el estado de la democracia en Italia. Mientras que el segundo fue un encuentro con algunos de sus colegas y sus ex-estudiantes, ahora también colegas, entre ellos, Luciano Bardi, Stefano Bartolini, Carlo Guarnieri, Oreste Massari, Angelo Panebianco, y Leonardo Morlino. Esta sesión fue más personal, pues todos hablaron sobre su formación bajo la guía de Pasquino, o su desarrollo académico como su colega, así como los temas y problemas que en conjunto han analizado.

Para 2010 llevaba un avance significativo de la tesis de doctorado, pero aún no me había titulado del Master que cursé entre 2004 y 2005. No deseaba tener ese pendiente, y habiéndome alejado, no sin pena, del profesor Cartocci, mi primer tutor del Master, decidí trabajar sobre un ensayo sobre la ciencia política en América Latina, y cuyo primer borrador elaboré y presenté durante una estancia en la Universidad de Salamanca en 2009. Le propuse al profesor Pasquino que fuera mi director, también de este trabajo, en tanto que en ese momento era el director del Master en Buenos Aires y teníamos comunicación continua. Así, presenté la tesis de Master en mayo de 2010. Unos años después, ya en la Universidad de Guanajuato, pude «pulirla», corregirla y aumentarla significativamente, y publicarla con el título Buscando una identidad. Breve historia de la ciencia política en América Latina, con un prólogo del Profesor Manuel Alcántara. Cuando en 2009 tenía que hacer otras estancia de investigación, consulté al profesor Pasquino, que como mi tutor, me debía dar las cartas para los trámites. Tenía yo dos opciones, la Universidad de Notredame en Estados Unidos, o el Instituto de Iberoamérica en Berlín, Alemania. Pasquino fue directo, «ve a Estados Unidos Berlín es una ciudad gris». Empero, me firmó las cartas de apoyo para ambos lugares, y la primer respuesta positiva y con un apoyo económico vino de Berlín, por lo que finalmente no seguí su recomendación. Y fueron unos meses inolvidables en Berlín, una ciudad cosmopolita, con muchas universidades y con una calidad de vida impresionante.

En febrero de 2011 defendí la tesis de doctorado, frente a un jurado en el cual no estaba Pasquino, el resultado fue positivo y así se lo hice saber. Regresé a México y tuve la enorme suerte de ser contratado en la Universidad de Guanajuato, entre los proyectos que presenté, fue crear una revista académica. El profesor Fernando Patrón, quien ya llevaba algunos años en la universidad y tenía la misma idea, coincidió conmigo y creamos la Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública (REMAP). Invitamos a Pasquino y a Morlino a ser parte del Consejo Asesor Internacional, y aceptaron con gusto. En ese mismo año 2011, presenté mi tesis en la convocatoria del prestigioso PREMIO INAP. Obtuve el segundo lugar. Por lo regular solo se premia con la publicación, a manera de libro, al primer lugar, pero también publicaron la mía. El Presidente del INAP me comentaría después de la ceremonia de premiación, que la votación fue dividida, que pude haber obtenido el primer lugar, pero que la tesis que al final resultó ganadora también era (es) muy buena, y que el jurado se decantó por ella porque trataba un tema propio de la administración pública, mientras que la mía se inclinaba por obvias razones a la ciencia política. Antes de que fuera a la imprenta, le pedí al Profesor Pasquino que me hiciera el honor de prologarla, como así lo hizo, y Gestión Electoral Comparada y Confianza en las elecciones en América Latina, fue publicada en noviembre de 2011, apenas 10 meses después de haberla defendido.

La comunicación con el Profesor Pasquino nunca se ha visto interrumpida, algunas veces me ha pedido que haga una correcciones a sus discursos que ha debido dar en español cuando ha recibido premios, como cuando la Universidad de Córdoba en Argentina le otorgó el Doctorado Honoris Causa. En junio de 2012 lo volví a ver, y convivimos, esta vez por primera vez en México, durante el Congreso del Instituto Internacional de Ciencias Administrativas que organizó el INAP en la Ciudad de Mérida, en Yucatán.

En 2013, en Guanajuato. Tania, Pasquino, Azul, Morlino y yo.

Lo invitamos al Primer Congreso Internacional de la AMECIP que se desarrolló en Guanajuato en agosto de 2013. Pasquino tiene gratos recuerdos de ese congreso, sobre todo de los alumnos, quienes tuvieron la oportunidad de platicar con el, «face to face«, y el respondió a todas sus preguntas con mucho agrado, lo cual recuerda en su autobiografía. Invité a Pasquino y a Morlino a cenar y a conocer mi casa en ese entonces, dónde conoció a Bicente, mi gato que me acompañó por más de diez años y que murió de viejo a los 16-17 años durante la pandemia en enero de 2021. Pasquino también nos acompañó en agosto de 2015, durante el Segundo Coloquio Historia y Balance de la Ciencia Política que se desarrolló en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con un auditorio lleno, Pasquino disertó sobre «Cómo hacer ciencia política».

En Aguascalientes, durante el Segundo Coloquio Historia y Balance de la Ciencia Política. Agosto 2015

La última vez que nos vimos fue en noviembre de 2017, durante un Homenaje póstumo a Giovanni Sartori que organizó la UNAM, y en el cual hubo un momento poco agradable con alguno de los organizadores, pero nada fuera de lo común entre académicos. Ya en la noche pudimos disfrutar de una velada en la casa del embajador de Italia en México con la compañía de quienes participamos en dicho evento, y con la presencia de la hija de Sartori y su segunda esposa, la artista Isabella Gherardi, una mujer muy elegante y amable. Al día siguiente, Pasquino ofreció una Conferencia sobre la Unión Europea en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Después comimos y charlamos con dos colegas del Instituto, los profesores Fernando Castaños y Ricardo Tirado, en uno de los restaurantes de lujo que hay en Ciudad Universitaria. La última charla que hemos tenido, es la que nos ofreció al Profesor Juan Mario Solís de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y a mí, para el Proyecto «Protagonistas de la Ciencia Política«.

Al leer su autobiografía, me encontré con que el Profesor Pasquino me recuerda con agrado, pues me cita dos veces (más que otras personas realmente importantes). ¿En qué momento se le debe agradecer a una persona que te ha formado y orientado? Creo que no se debe esperar, y es por ello que me permití raccontare un poco de mi vida académica en la cual el Profesor Pasquino ha sido una persona fundamental.

En la casa del embajador de Italia en México. Mónica Montaño, Isabella Gherardi, Gianfranco Pasquino, y yo. Noviembre 2017.