Ciencia Política Pop


¿Confiaríamos nuestra salud a un médico que tiene sus horas-práctica no en el consultorio sino frente a una cámara de televisión? A los médicos que hacen su carrera opinando se les llama charlatanes. En las ciencias sociales sucede lo mismo, sabemos que en la Ciencia Política, como en la Economía y la Sociología, existen muchos así. Incluso –y tristemente- los alumnos de las universidades prefieren escuchar a un opinólogo que a un investigador. Muchos políticos, regularmente los más idiotas, pasan su vida capeando sus opiniones, como si de ello dependiera su carrera, sólo unos pocos, los más inteligentes saben que, como Platón lo dijo hace cientos de años, la opinión es el nivel más bajo de conocimiento, tiene poco o nada de evidencia empírica, y la opinión de hoy, mañana se olvida. Sin embargo hoy estamos rodeados de opinólogos y comentaristas sobre la política, que no leen libros serios ni investigan, pero que tienen influencia sobre la población y muchas veces también sobre las decisiones políticas.  Y no es que deban sólo leer libros serios e investigar, pero se dan aires de eruditos y expertos, cuando en realidad sólo son opinólogos. Son los Frasier Crane de la Ciencia Política.

Frasier fue una exitosa serie estadounidense que se transmitió durante 11 temporadas en EUA y en varios países del mundo (de 1993 a 2004) protagonizada por Kelsey Grammer. El personaje Frasier Crane es un psiquiatra  Doctorado en Harvard y con estudios en Oxford, y quien recientemente divorciado decide trasladarse de Boston a Seattle. Allí encuentra un trabajo como psiquiatra de la radio KACL. Como anfitrión de su propio programa, da consejos a personas que le llaman para contarle sus problemas y él con un su aire de intelectual trata de decirles cual es el trasfondo de sus preocupaciones. Frasier es snob, exageradamente pedante y se jacta de tener gustos exquisitos y refinados. Siempre trata de buscar el trasfondo de las cosas aunque éstas sean muy simples de resolver, incluso sus bromas son tan estiradas que nadie las entiende. Tiene un hermano, Niles Crane, que también es psiquiatra y es muy parecido a él en todos los aspectos y por lo tanto siempre están en competencia.

Niles, quien tiene su consultorio y es reconocido en su ámbito, siempre critica a Frasier porque aparece en publicidad en autobuses y en anuncios; para Niles la psiquiatría de la radio es una tomadura de pelo y una ofensa para la profesión, por supuesto, afirma -como en la Ciencia Política!- que es imposible tratar problemas de tal naturaleza en un medio como la radio, y sobre todo en apenas unos minutos “de sesión”. Pero Frasier, a sabiendas que en el fondo su hermano tiene razón, se siente seguro de todo lo que dice sólo porque es famoso. Se enorgullece de que tenga miles de radioescuchas y muchos “pacientes” quienes le agradecen sus atinados consejos. Una frase que es muestra de su extremo egocentrismo y esnobismo es expresada en un capítulo en el cual debe dar un consejo –esta vez fuera de la radio- y duda si tal o cual consejo es el mejor o no, su padre le señala que no importa si se equivoca, errar es humano, a lo que Frasier responde: “No, no es lo mismo, si tu te equivocas o se equivoca otra persona, no hay problema, pero yo tengo un título de Harvard, entonces, si yo me equivoco el mundo pierde algo de su esencia”.

Así también, en la Ciencia política –pero también en otras disciplinas- abundan los Frasier, sobre todo en la radio y en la televisión, y por supuesto en los diarios. Los Frasier de la Ciencia Política son politólogos de formación, incluso con Doctorados en el extranjero, pero que por azares del destino no se dedican a la investigación o el ejercicio profesional, sino que terminan opinando en medios de comunicación masivos –es más, es un anhelo-. Sus presentaciones no pasan de cinco o máximo diez minutos en la radio o la televisión, o una cuartilla y media en los diarios. Pero ello es suficiente para que ciertos círculos de la sociedad, y sobre todo muchos políticos de poca monta e ignorantes,  se crean casi todo lo que dicen. Estos seudo-politólogos, no asumen ninguna responsabilidad sobre sus opiniones. Y ello es quizá lo más grave del asunto.  (Un ejemplo de ello son los opinólogos que en México llamaron a anular el voto, y luego se quejaron de que la derecha obtuviera mas espacios en las instituciones).

Los Niles de la Ciencia Política son aquellos que estudian y analizan con mayor detenimiento las cuestiones políticas, si tienen algo que decir, no se circunscribe a una mera opinión, ya que sus argumentaciones están basadas generalmente en evidencia empírica y reflexiones bien fundamentadas. Sin embargo, a ellos pocas veces se les escucha, aunque afortunadamente también a veces son invitados a deliberar junto con los snobs que forman la Comentocracia. Y no es que deban suprimirlos, la opinión es parte de la democracia y siempre la supresión de la opinión es el símbolo de un sistema autoritario, pero quizá lo que sí es necesario, es que los políticos deberían guiarse menos por las opiniones pasajeras, e inteligentemente acercarse más a los expertos. Sobre todo los estudiantes aspirantes a politólogos  deberían saber que la verdadera Ciencia Política, no se hace opinando, ni saliendo en la TV.

6 comentarios sobre “Ciencia Política Pop

  1. jojojo. En realidad no veo ningún problema con los opinologos que han estudiado ciencia política (incluso un Phd en el extranjero) en lugar de dedicarse a investigar se dedican a opinar, o en muchas ocasiones, a las dos (como es el caso de Angelo Panebianco o Sartori)

    Tampoco veo algún problema en que politologos opinen sobre cuestiones políticas ya sea escribiendo en un diario o hablando en la gran Tele. Si no todo lo contrario. Creo que dan una opinión más acertada que muchos periodistas que estudiaron únicamente periodismo y basta! Es mejor tener un politologo opinando sobre la decisión de reformar el sistema de partidos, que, digamos, a nuestro periodista Loret de Mola, que es un buen reportero pero del mundo politológico entiende poco.

    Mucho menos considero que sea culpa de tales politólogos el que los políticos se basen en sus argumentos para hacer política pública. Ni tampoco que creo que sea culpa de opinologos que jóvenes estudiantes de ciencia política tomen sus opiniones como evidencia de las problemáticas del mundo. El problema, como dices, está en la clase política, incapaz de versarse sobre, digamos, Estado de derecho o sistema electoral; y en los alumnos les da gueva leer a Maquiavelo y a Weber y por eso leen alguno que habla sobre él.

    Obviamente ejercen influencia sobre su audiencia, pero esto no es una cuestión que depende únicamente de quien escribe u opina, sino de quien lee, escucha y cree, porqué así es más fácil y menos fatigoso, que el argumento es útil e incluso verdadero.

    En fin, todo esto para decir que yo soy PRO politólogos/juristas/sociológicos/economistas en medios jijiji. Que hagan o no investigación y contribuyan al mundo científico, y no únicamente al opinológico, es una decisión individual y como tal se respeta. Insisto, mejor formación que el periodista en temas políticos y de gobierno seguramente la tienen. Or what do u think my friend?

    1. Estimada Blue,

      los ejemplos que me pones no son el objetivo de mi crítica. Panebianco, Sartori, Pasquino y en su momento Huntignton, Dahl y otros más, antes de opinar en diarios y en TV, ya habían hecho una carrera de investigación, e incluso de asesoría a gobiernos. Es decir, saben y sabían que su opinión no sólo se basa en escribir ocurrencias, sino que detrás de ella hay un pensamiento ya estructurado basado en la lógica científica. Son científicos sociales opinando, no opinólogos queriendo hacerse pasar por científicos.

      Una frase que me gusta de Alfonso Reyes es: «Uno puede ser Doctor en todo y Maestro en nada». ¿Tener un título universitario ya nos da la autoridad para influir sobre opinión de la gente? Yo creo que no, pero en AL ha sido una tradición. Y en los últimos años, la TV, la radio y los diarios han reforzado esta tendencia -mi post siguiente será sobre ello a partir de un excelente texto que confirma mi hipótesis y que he encontrado en una librería de viejo-.

      Mi crítica es que los Opinólogos, Opinócratas -como los llama Raul Zepeda- o la Comentocracia, también deberían ser responsables de sus opiniones. No está bien decir cosas al aire y luego quedarse silbando en la loma. Mi ejemplo del voto nulo en México es muy claro: José Antonio Crespo -a quien escuché en Salamanca- decía: «Yo no invitaba a anular el voto a los que votan, sino a los abstencionistas (?), los que se quedan en casa. Para que su anulación tuviera un efecto sobre los partidos». Y como él muchos otros. La realidad es que quienes votaron nulo son gente con altos niveles de educación, regularmente de izquierda y se supone que los más críticos de la realidad actual. ¿Y que pasó? La izquierda en México se debilitó, el PSD desapareció, la derecha se reforzó, y el PRI mucho más. ¿A lo partidos les interesó o les hizo mella en voto nulo como clamaba esa comentocracia? Nada. ¿Los opinólogos se hicieron cargo de su error? No. Ellos viven en su mundo de cristal. Además, dime ¿ cuantos opinólogos son realmente científicos sociales consolidados? Solo unos pocos, quizá menos de diez. El ejemplo del voto nulo es solo uno de muchos más. Lee el artículo de Fernando Escalante -también opinólogo, pero con una consistente carrera académica-, quien tiene una idea similar: http://www.razon.com.mx/spip.php?page=nota&id_rubrique=17&id_article=17303

      1. Estimado,

        sabes mejor que nadie que el voto nulo me pareció desde el principio una tontería. También hay que recordar que hubo muchos opinologos que estuvieron en contra y lo escribieron en los diarios. Es por ello que la idea maniquea del Homovidens sartoriano no me late: no son únicamente los opinologos (la gran tele) manipulando al público, insisto, es también el público!

        Entiendo tu malestar contra quienes opinan y firman dándose aires de científicos socio-políticos (eres politólogo) y no tienen investigación seria que los respalde. Sin embargo, mi duda fundamental sigue siendo ¿por qué los opinologos deberían ser científicos sociales consolidados y tener grandes investigaciones que los respalden para opinar sobre algo, especialmente cuando en la misma academia hay personas que no cumplen esas exigencias y están enseñando en las aulas (lo que es mucho peor!)? Es una exigencia tuya que únicamente logro vincular con un profundo
        deseo normativo de que la calidad de las opiniones sea lo más óptima posible. Y estoy de acuerdo, pero creo que el asunto tiene que ver también con el hecho del libre ejercicio de la profesión. Si a Leo Zuckermann (que tiene doctorado en ciencia política pero podría también únicamente la licenciatura) lo que le late es la opinología, ¿por qué no habría de hacerlo? por que con sus opiniones deforma las de la sociedad? Creo que todos tenemos la elección de leerlo y no leerlo (lo que no sucede en las aulas donde para pasar un curso necesitas el 80% de la asistencia).
        Bien, pues sube ya ese artículo sobre AL que suena interesante.
        Saludos

    1. Estimado Raul,

      (trataré de escribir mas, es una autosugerencia que también me he hecho, pero creo, como lo hacen los grandes -y a ellos ahy que imitar-, a cierta edad se debe leer más y escribir menos, que cuando uno sea ya viejo, tendrá mucho que decir.)

      Sobre todo, coincidimos, en que los opinólogos -efectivamente se sienten opinócratas- no se hacen responsables de los que dicen, y sobre todo, si dichas opiniones tienen consecuencias reales.

      (Próximamente podré un post sobre un texto muy interesante de los años 50’s que habla de los intelectuales latinoamericanos de la época, y parece que nada ha cambiado).

      Saludos

Deja un comentario